Humberto Roque Villanueva aseguró que no he escuchado en los últimos años ninguna otra hipótesis relevante, no he escuchado de manera firme, algo razonado, que quiera vincular esto con un problema interno del PRI o del gobierno
Apenas digerían la muerte de su candidato presidencial Luis Donaldo Colosio Murrieta, cuando los priístas tuvieron otro abatimiento: el asesinato de su secretario general y próximo coordinador parlamentario en la Cámara de Diputados: José Francisco Ruiz Massieu, quien ayer cumplió 20 años de muerto.
Se reconfortaban de la muerte del sonorense con el triunfo presidencial de Ernesto Zedillo y con las 300 diputaciones obtenidas, y cayeron nuevamente en la incertidumbre, interrogantes, miedos y desencantos. En ello coinciden algunos de los actores de ese 28 de septiembre de 1994, cuando Ruiz Massieu fue abatido por una bala.
Humberto Roque Villanueva fue diputado de aquella 56 Legislatura que coordinaría Ruiz Massieu, y se convirtió en coordinador. Convenció a los priístas de votar a favor del aumento en el IVA luego de la crisis económica de 1995.
Aquella mañana del 28 de septiembre de 1994, Roque Villanueva no asistió al desayuno que ofreció Ruiz Massieu a 180 diputados electos. Del crimen se enteró por el entonces presidente del PRI, Ignacio Pichardo Pagaza, con quien se desplazó, en compañía de otros al Hospital Español, a donde llevaron al todavía herido.
La imprudencia
En entrevista, Roque Villanueva recuerda, sin embargo, que un día antes del asesinato caminó al lado de Ruiz Massieu por la explanada del monumento a la Revolución, pues le había dado el nombramiento de primer secretario de la ya desaparecida Gran Comisión.
“Me acuerdo de la imprudencia que tuvimos de estar caminando en el monumento a la Revolución el día anterior, y cuando nos enteramos que ya lo estaban cazando, sí nos entró un pequeño escalofrío, terrible”, dijo y recordó que a Ruiz Massieu se le intentó matar dos veces antes, según el asesino material.
Señaló que él ya recibía un trato afable de Ruiz Massieu, quien le pidió confianza para dirigir la bancada priísta.
Había una gran inquietud por supuesto, acabábamos de perder a un candidato presidencial y puesto todo ello pone un alto grado de incertidumbre”, comentó.
Dice que el asesinato de Ruiz Massieu quedó saldado en el interior del partido con las exoneraciones posteriores. Fueron finalmente sólo dos hipótesis, expuso, el del asesino solitario y el narcotráfico.
“No he escuchado en los últimos años ninguna otra hipótesis relevante, no he escuchado de manera firme, algo razonado, que quiera vincular esto con un problema interno del PRI o del gobierno”.
Rosario Guerra Díaz asistió al desayuno que ofreció Ruiz Massieu el día de su asesinato. En el Hotel Casa Blanca, el diputado electo anunció que Guerra Díaz sería la coordinadora del sector popular de los diputados del PRI y en esa condición sería ella miembro del órgano de gobierno de la Cámara Baja.
La diputada mantuvo el estatus otorgado al lado de quien fue nuevo coordinador: Humberto Roque Villanueva. Se convirtió en vicecoordinadora y respondió el primer informe del presidente Zedillo.
Incertidumbre
Ahora, en las filas de Nueva Alianza, recuerda que aquél periodo generó un gran temor e incertidumbre entre los priístas. “No sabíamos exactamente qué estaba pasando, a nosotros nos quedaba claro que no era un tema, como la oposición lo planteó, de que fueran asesinatos (junto con el de Colosio) cometidos por el propio presidente Salinas, y eso era lo que nos daba temor, saber qué era lo que estaba detrás de todas esas situaciones, en las cuales ya eran dos liderazgos priístas que habían sido víctimas de atentados”, relató.
Destacó que para aquella bancada fue un impacto político fuerte, porque no sabían con qué lidiaban.
Sin embargo, la tensión se fue disipando por acontecimientos como la crisis económica que se vivió en diciembre de 1994.
“Eso nos metió en una dinámica muy diferente, en lo que pensaba el propio presidente Ernesto Zedillo”.
Otro de los participantes en aquél desayuno fue el ex diputado Héctor San Román Arreaga, quien de la incredulidad sobre la noticia del asesinato pasó a la sorpresa, de ahí a la conmoción y terminó con desencanto por lo que siguió en la bancada.
“Acababa de desayunar con él, por eso no creía que lo habían matado. Lo escuché en radio y me sorprendió demasiado; me fui al hospital y cuando confirmaron su muerte me entró mucha conmoción, teníamos el ánimo de que sólo hubiese sido una herida”, platicó el priísta.
San Román Arreaga confiaba en que formaría parte del primer círculo de Ruiz Massieu, sobre todo porque en aquél desayuno le elogió su trabajo en materia internacional.
Las dudas
El politólogo José Antonio Crespo subrayó que el PRI no terminó de solucionar el tema del asesinato. La muerte de Ruiz Massieu, consideró, puede decirse que fue un derivado del asesinato de Colosio Murrieta, y las tesis de asesinos solitarios no convencieron.
“Colosio Murrieta y Ruiz Massieu fueron mártires y víctimas de intrigas internas del partido”, aseveró.
El especialista subrayó que ese 1994 generó una severa crisis en el interior del partido tricolor, que derivó en su debilitamiento en las elecciones intermedias de 1997, su derrota presidencial en 2000 y 12 años fuera del poder, tiempo en el que logró recuperar la disciplina.
"Asesinato de Ruiz Massieu quedó saldado al interior del PRI"
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